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del Evangelio
de este domingo
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13 de julio de 2014
15 Tiempo ordinario (A)
Mateo
13,1-23
Un día, salió Jesús de casa y se sentó junto al
lago.
Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a
una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló
mucho rato en parábolas:
- Salió el
sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron
los pájaros y se lo comieron.
Otro poco
cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era
profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta
de raíz se secó.
Otro poco
cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos,
ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga
oídos que oiga.
«Irten
zen ereilea ereitera».
SEMBRAR
José Antonio Pagola
Al
terminar el relato de la parábola del sembrador, Jesús hace esta llamada: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.
Se nos pide que prestemos mucha atención a la parábola. Pero, ¿en qué hemos de
reflexionar? ¿En el sembrador? ¿En la semilla? ¿En los diferentes terrenos?
Tradicionalmente,
los cristianos nos hemos fijado casi exclusivamente en los terrenos en que cae
la semilla, para revisar cuál es nuestra actitud al escuchar el Evangelio. Sin
embargo es importante prestar atención al sembrador y a su modo de sembrar.
Es lo
primero que dice el relato: “Salió el
sembrador a sembrar”. Lo hace con una confianza sorprendente. Siembra
de manera abundante. La semilla cae y cae por todas partes, incluso donde
parece difícil que la semilla pueda germinar. Así lo hacían los campesinos de
Galilea, que sembraban incluso al borde de los caminos y en terrenos
pedregosos.
A la gente
no le es difícil identificar al sembrador. Así siembra Jesús su mensaje. Lo ven
salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios. Siembra su Palabra
entre la gente sencilla que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos
que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será estéril.
Desbordados
por una fuerte crisis religiosa, podemos pensar que el Evangelio ha perdido su
fuerza original y que el mensaje de Jesús ya no tiene garra para atraer la
atención del hombre o la mujer de hoy. Ciertamente, no es el momento de
“cosechar” éxitos llamativos, sino de aprender a sembrar sin desalentarnos, con
más humildad y verdad.
No es el
Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora, somos nosotros los que lo
estamos anunciando con una fe débil y vacilante. No es Jesús el que ha perdido
poder de atracción. Somos nosotros los que lo desvirtuamos con nuestras
incoherencias y contradicciones.
El Papa
Francisco dice que, cuando un cristiano no vive una adhesión fuerte a Jesús, “pronto pierde el entusiasmo y deja de
estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que
no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie”.
Evangelizar
no es propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en
el corazón de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. Y esto
no se puede hacer de cualquier manera. Lo más decisivo no es el número de
predicadores, catequistas y enseñantes de religión, sino la calidad evangélica
que podamos irradiar los cristianos. ¿Qué contagiamos? ¿Indiferencia o fe
convencida? ¿Mediocridad o pasión por una vida más humana?
Siembra
con la fe y la confianza de Jesús.
Pásalo.
PARROQUIA DE SAN VICENTE MÁRTIR.
UNIDAD PASTORAL ABANDO-ALBIA. PASTORAL BARRUTIA. BILBAO. Tfno. 94 423 12 96.
Web: http://sanvicentemartirdeabando.org
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